3.11.11

Solo de una cosa estábamos seguros.


Sentía miedo, ese miedo que jamás aleja esa sensación de inseguridad pero que te enseña a convivir con que un día nada será igual. A pesar de dudar que las cosas sean totalmente mutuas conseguí esa sonrisa algo miedosa pero a la vez grata. Tenía mi mirada fija, firme y decidida para él, era eso el déficit en la precisa naturalidad, de saber que podía ser tan sincero, inocente y que esas caricias y besos serían la condena perpetua y perfecta que llenarían mis precisas carencias. Llenos de deseo, ese deseo propio de la edad, de tiempo, del limite, de que sea así y no asa. Esas sonrisas existentes de un comienzo y vorazmente capaz de hacerme temblar y que esas miradas que liberan mil y un palabras a la vez liberarían caricias, gestos, actitudes incapaces de controlar, imposibles de disimular y que por cierto, no van con un "algo más" "un más allá" que se haga efectivo o al menos eso aún no lo sabíamos, pero algo era muy cierto y es que nos deseábamos como no hubiésemos querido.  

5 comentarios:

  1. Vivir el momento y disfrutar del comienzo de todo, de nada, o simplemente de algo...

    Me encantó!

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  2. Precioso texto, ojala volviera yo a vivir esos sentimientos!! :D

    Un besito

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  3. Me encantò esta entrada ñ.ñ
    Te sigo!
    Un beso.
    *1/4 de mi frasco de suerte liquida para vos*

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  4. El misterio. La incertidumbre de saber si se va un poco más allá.

    Lindo texto.

    Saludos :)

    Fabián.

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